Te estoy esperando. Hace horas que te estoy esperando.
Decidí escribirte, finalmente. Y no porque lo vayas a leer. Y no porque te importe. Y no porque me importe a mí. Para pasar el rato nada más.
¿Quién te creés que sos? ¿De dónde aparecieron tantas atribuciones, de golpe? ¿Con qué derecho y permiso te vas a desaparecer así? ¿Desde cuándo tanta independencia, y hacer lo que se te canta? Pero ya vas a volver…
Vas a volver, y yo voy a dejar de mirar el techo como lo miro, de relojear el reloj como lo relojeo, de dar vueltas sin sentido y mirar el celular a cada minuto. Voy a dejar de pensar que sos vos cada vez que escucho la puerta del ascensor, o pasos en el pasillo.
Hubo otros tiempos en que fuimos más amigos, y rasgábamos las horas para volver a vernos. Supimos compartir grandes momentos, y hacer grandes cosas, y dimos nuevos significados a viejas palabras; hoy mi cama es infinita sin vos.
Y tomar me ayuda, y ya no quiero tomar, y vos sabés que esa mierda me mata, y te importa un comino. Ya vas a volver…
Porque siempre volvés, y eso es lo peor. Y siempre volvés y siempre te vas, y cada vez duele más, y me quedo como un trapo mojado, pegado al suelo, balbuceando dislates, sintiendo aún tu perfume en el aire, y te siento salir, te siento volar, te percibo desapareciendo, y queda tu ponzoña, y ya vas a volver…
Y mientras vos no volvés me pregunto, maldito sueño ¿dónde estás?
[originalmente publicado en historiasquenollevananingunlado.blogspot.com]