Estimado John Burrows,
Usted no sabe de mí ni de mi existencia, ni tampoco qué color de calcetines uso, pero yo sé que usted el 17 de Agosto de 1977 se compró un pasaje de avión en el aeropuerto de Menphis para venir a Buenos Aires.
Mucho se ha hablado al respecto, y yo sé cómo habla la gente cuando quiere, y cuando no sabe. Pero mi intención no es seguir dando vueltas sobre el asunto. Sencillamente pensé que, estando en la misma ciudad, a un colectivo de distancia, no sería tan difícil vernos las caras.
Ya sé lo que está pensando. Pero déjeme decirle que yo soy una persona reservada, y que bien puede guardar un secreto si se lo piden. También puedo regar las plantas si me lo piden, pero no dudo que usted tendrá quien riegue sus plantas.
Yo no soy un fanático, ni tampoco un gran coleccionista: sencillamente pensé en invitarle un trago (pueden ser dos sorbos si así lo prefiere) y acodados en la barra de un bar de mala muerte, reírnos de los fanáticos, las discusiones, el nombre mal deletreado en la tumba, y todas esas cosas. Podríamos hablar mal de Carl Perkins, y contar historias sobre Tupelo. Su pelo, perdón.
Sin más imaginación disponible, y a la espera de una respuesta satisfactoria,
Lo saluda atte,
S.
[originalmente publicado en historiasquenollevananingunlado.blogspot.com]