Apretás los dientes,
Los puños y el alma.
Cerrás los ojos, la boca,
El corazón.
La piel de gallina,
La sangre que hierve,
La cara que suda,
La espalda se tensa,
Las piernas que tiemblan,
El pecho que estalla.
La bronca te aturde,
Te seca los labios,
Te ahorca con ganas,
Te nubla la mente.
Bajás la cabeza,
Perdido y vencido,
Te invade un hedor
Ácido y vacío.
Ves en el profundo,
Tonel de miseria,
Ramos de sonrisas,
Y palabras muertas.
Y sentís entonces
Asco de vos mismo.
[originalmente publicado en historiasquenollevananingunlado.blogspot.com]