No le tengo miedo a la muerte. Le tengo miedo al dolor.
Pero al dolor lo conozco. Lo conozco bien. Lo miré a la cara, y él a la mía. Y en el fondo, si acaso somos enemigos, nos respetamos mutuamente.
Sin embargo, el dolor físico me es ajeno. No lo conozco. Lo conozco poco. Y no quiero conocerlo. Y le tengo miedo. Y no quiero conocerlo.
Vivo porque no sé cuándo voy a morir.
El día que sepa, o que otros sepan, aunque yo no pueda darme cuenta, cuándo voy a morir, le pido a quien sea, que simplemente me ahorre la espera.
No le tengo miedo a la muerte, le tengo miedo al dolor.
[originalmente publicado en historiasquenollevananingunlado.blogspot.com]