Un soplo de viento fresco y salvaje

no debería haberle echado la culpa solo a mi padre, pero
el fue el primero en presentarme
un odio cerril y brutal.
realmente era muy bueno en eso. todo, cualquier cosa le
ponía fuera de sí, cosas sin la menor importancia hacían
aflorar inmediatamente su odio
y parecía que yo era la fuente principal de su
irritación.
yo no le temía
pero su furia me endureció el corazón
porque él era casi todo mi mundo entonces
y era un mundo de horror, pero no debería haberle echado la culpa solo
a mi padre
porque cuando dejé aquel… hogar… encontré colegas suyos
por todas partes, mi padre no era más que una pequeña parte del
todo, aunque era el mejor en eso de odiar
de cuantos yo habría de conocer.
pero había otros que también lo hacían bien: algunos
capataces, algunos vagabundos, algunas de las mujeres
con las que yo iba a vivir,
la mayoría de las mujeres estaban dotadas para
el odio. le echaban la culpa a mi voz, a mis actos, a mi presencia,
me echaban la culpa a mí
de aquellas de lo que ellas habían fracasado en el pasado.
yo, simplemente, era el blanco de su malestar
y de una forma u otra
me echaban la culpa a mí
por no ser capaz de librarlas
de un pasado de fracasos; lo que no tenían en cuenta
era que también yo tenía mis problemas, la mayoría ocasionados
por el simple hecho de vivir con ellas.

soy un hombre tonto; fácilmente se me hace feliz, incluso
estúpidamente casi sin razón
y si me dejan solo suelo estar satisfecho.

pero he vivido con tanta frecuencia y tanto tiempo con ese odio
que
mi única libertad, mi única paz, la consigo cuando me alejo
cuando estoy en cualquier otro sitio, da igual dónde.
una vieja casera gorda que me traiga una taza de café
es, en comparación,
igual que un soplo de viento fresco y salvaje.

Charles Bukowski

[originalmente publicado en historiasquenollevananingunlado.blogspot.com]

S.

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