Viaje de egresados

Los pasajes ya estaban pagos, las reservas hechas, los liberados repartidos, las rifas vendidas, la fecha confirmada y las reuniones terminadas. Faltaban diecisiete días para el viaje. Y entonces mi novia me dejó.
Me dio motivos y razones, estoy seguro; yo no las recuerdo, no sé si por insignificantes o absurdas, por conveniencia del inconsciente, o por pura adolescencia. Me dijo que ya estaba, y yo protesté, pero poco. Creo que sabía en el fondo que, por algún motivo, me lo merecía. Y no sé si me lo merecía, pero en ese momento pensé que sí. Siempre pienso que me merezco lo malo que me pasa: son muchos años de que te auguren el mal.
Y aunque en ese momento no tenía tantos años en mi haber, sí tenía un gran debe. Y acepté que mi novia, después de un poco más de tres años, me dejara. Pregunté si había otra oportunidad, me dijeron que no, y ya. Y todos los amigos (es muy fácil tener amigos en la secundaria) quisieron saber y participar. Durante tres años nos habían visto juntos, ya fuera en las clases, en las horas libres o en los recreos. Éramos, sino populares, famosos. Y todos querían saber. Algunos incluso querían ayudar. Y entonces, cuando ellos preguntaron, yo contesté.
Y pasaron los días, y llegó el viaje, y viajamos, y compartimos el micro, el viaje y el hotel, aunque no la habitación. Y Bariloche es linda, y era un viaje de egresados. Y yo que no era tan bueno como ella, e hice lo que se hace, y fui a bailar cada noche, y tomé todo lo que pude tomar, y miré a todas las chicas que pude mirar, y no conseguí que ninguna me diera ni cinco de bola, y mis sueños de esa Bariloche de lujuria se fueron desvaneciendo hasta morir en silencio, y no entendí qué fallaba, y me convencí de que era yo, y cada mañana me fui a dormir borracho y me levanté a las dos horas para ir a una excursión que no recuerdo, pero que tal vez disfruté. Subí al Cerro Catedral y me saqué fotos, miré por la ventana del micro y odié a los coordinadores, y me puse un traje para la nieve, y no nevó, y me até el pelo con una colita, y entré botellas de contrabando al hotel, y fui a la Isla Victoria, y vomité, y canté canciones en un fogón, y todos las sabíamos. Y Tiyi y Juan se habían peleado, y David juntaba monedas para comprar un “Chacho” (el trago del momento) y alguien se quejaba de los pelos en el jabón, y Coli tocaba el violín, y Daniel salía a comprar forros con cincuenta pesos y Eva esperaba impaciente, y Sandra y su amiga fumaban marihuana, y Tala se peinaba todo el tiempo, y Julián tocaba la guitarra, y sabía una de Don Cornelio, “Ella vendrá”. Y cantábamos:

“Y las heridas que marcan mi cara,
Se secarán con su boca de agua,
Siento que ella vendrá…
Y al fin el techo dejará de aplastarme,
Dejará de verme,
Solitario besando mi almohada,
Solitario quemando mi cama,
Solitario esperándote.
Siento que ella vendrá…”

Y pasaron las horas, y los días y las noches fueron la misma cosa, y fue todo un gran continuado, y finalmente ella vino. Fue una mañana como cualquiera, a la hora del desayuno, mientras yo ahogaba la resaca en café con leche y medialunas después de dos horas de sueño. Me toco el hombro, y yo me dí vuelta, y ella dijo “Puedo hablar con vos?” y yo quise decir que sí y me atraganté con la medialuna, y asentí con la cabeza, y señaló el lobby con la mirada, y ahí estábamos los dos, sentados en el silloncito beige del lobby del hotel más barato de Bariloche.
Y yo miré con cara de “Te escucho” y ella no bajó la vista, y dijo “Estoy saliendo con Julián”, y yo no sé qué hice. Y ella aclaró “Prefiero que te enteres por mí antes de que alguien te lo cuente”. Y yo no sé qué hice. De alguna manera apareció el dato de que la cuestión se había sellado a los besos la noche anterior. Yo dije que entendía, y que agradecía la deferencia, y que estaba todo bien, y que ojalá les fuera bien, y que no se preocuparan por mí, que estaba bien si era lo que ella quería, y que yo seguro podía encontrar rincones alejados de su amor. Y antes de que pudiera hacer nada, y por suerte porque no hubiera sabido qué hacer, el coordinador gritó que teníamos que irnos a la excursión de turno. Y nos subimos al micro, y tal vez lloré. Y tal vez alguien preguntó y quiso saber, y tal vez yo no contesté.
Y la excursión terminó, y volvimos al hotel, y subimos a cambiarnos, y yo me cambié, y todos se perfumaron y sacaron sus mejores ropas, y armaron sus mejores peinados, y yo me puse una campera gruesa y no me perfumé, y agarré el walkman y un casete, y bajé las escaleras del hotel y caminé, y tuve frío, y me sentí un poco solo. Y llegué al lago, y bajé, y caminé entre las piedras blancas, y no había nadie, y en una piedra grande que otros ya habían usado, me senté, y ahogué el ruido del agua y todo lo demás con mi walkman:

“Mis hermanos me dijeron una vez,
Hoy es tiempo, tiempo de crecer [..]
Quiero estar, lejos de la tierra,
Quiero estar, más cerca de vos.”

“Tranquilo y sabio aquel que espera,
Que el sol salga de nuevo hoy.
Bienvenidos los de afuera,
A la era del amor”

“Será mejor que yo te advierta que,
Camino solo.
Seguro que estoy bien y trato de
Cambiar un poco.
A veces me pregunto,
Dónde, cómo y tal vez por qué,
Las cosas que me pasan son mejor
que las de ayer.

Es cierto que te extraño y que recuerdo
Tus caricias,
Pero así mejor, la libertad
Hoy tiene prisa
A veces me pregunto
Dónde, cómo y tal vez por qué,
Quizás estés dormida o riendo,
No lo sé…

Mejor lavate el culo y olvidate
De la lluvia
El sol trae la paz y limpia todas
Las palabras

Cansado de gritar
Que nunca nada es suficiente
Me tiro sobre el pasto
Y miro cómo enfilo al frente
Yo quiero que estés bien
Aunque estés lejos y yo solo,
No me preocupa el tiempo,
Porque soy,
Natural”

“Dispuesto a terminar
Es tiempo de final
Me voy a cualquier lado
Que sea lejos
Preparado pienso estar
Olvidarme de algo mal
Me voy a cualquier lado
No quiero verte
En la distancia puedo ver
Como las hienas me sonríen con placer,
Acá en la noche, ya no estás vos,
Mi cama estaba preparada para dos
A veces no entiendo por qué
Tengo un corazón tan tonto…
Yo estoy bien”

“Vamos a pensar que es natural,
Así es como las cosas pasarán,
Vamos a pensar que es natural,
Así es como podés vivir en paz.”

Y para cuando el lado B de “Pasto” terminó, la música me había salvado la vida una vez más.

[originalmente publicado en historiasquenollevananingunlado.blogspot.com]

S.

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